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¿Qué es Guatemala para mí?

Pienso que está muy bien cantar las bellezas de un rincón de la tierra que, en efecto, las tiene en abundancia. Creo que, en torno a otro aniversario de la declaración de independencia, también cabe alabar la grandeza de Tikal y a la encantadora Santiago de los Caballeros de Guatemala, los colores de Todos Los Santos o del día de mercado en Chichicastenango, el verdor exuberante de las Verapaces, el mar de turquesa que abraza a la península de Manabique o los cerros de ocre y dorado que rodean al coloso de Ipala. Pero, ¿es eso Guatemala para mí?

Puede que todo eso sea una parte de la “idea de Guatemala”, pero sólo una parte. La otra parte —quizás la más importante—debe referirse, me parece, a otro orden cosas. Quizás eso que algunos llaman “la condición humana”, es decir, en qué circunstancias viven los guatemaltecos, es más importante.

Me refiero al marco de las instituciones sociales y políticas de países y a los principios en que se basan. Ese marco bien puede ser la plataforma desde la que cualquier persona pueda despegar, extender sus alas y volar hacia las alturas de una vida digna, claro, con mucho trabajo y acierto —porque el pan siempre se gana con el sudor de la frente—. Pero también puede ser un obstáculo para desarrollar los talentos propios y vivir en paz y libertad.

El marco de las instituciones sociales y políticas existente, decía, está basado en unos principios. Quiero decir que, de hecho, lo está. Sin embargo, ¿cuáles son esos principios? Y ¿son aceptables? ¿Son capaces de unir a los ciudadanos de este país tras ciertos ideales dignos de considerarse así?

Obviamente toda generalización deja fuera matices importantes; empero, no creo exagerar al afirmar que, bajo muchos aspectos de dicho marco institucional, subyacen principios inmorales. En otras palabras, para muchos, gracias a la debilidad de las instituciones de la nación, el éxito en la vida estriba en acumular todos los bienes materiales que sea posible, sin importar los medios. Para otros, la justicia está para instrumentalizarse, de manera que el poder político se pueda ejercer para favorecer a todos aquellos que compartan las ganancias de sus negocios corruptos.

Pienso que, en cierto modo, en tales condiciones es imposible “celebrar” la independencia. No veo cómo quepa festejar otro aniversario de un estado de cosas en el que, siendo indispensable atraer inversiones productivas para mejorar las condiciones de vida de millones de guatemaltecos, las instituciones de la república ni siquiera son capaces de elegir a los principales funcionarios judiciales. Por lo menos no con la vista puesta en la honorabilidad y los méritos de quienes aspiran a ocupar esos cargos.

Hago votos porque llegue el día en que, al “celebrar” la independencia, sea con el significado de haber logrado un marco institucional basado en principios de libertad, de justicia, de respeto a la dignidad humana, de solidaridad y de igualdad ante la ley. Hago votos porque llegue el día en que veamos muchas personas deseando inmigrar aquí, para poder vivir en una sociedad basada en esos principios, en lugar de presenciar un éxodo de guatemaltecos buscando mejores oportunidades en otra sociedad que sí los profesa.

Eduardo Mayora Alvarado

Ciudad de Guatemala 13 de septiembre de 2020

Publicado enArtículos de PrensaEstadoSociedad

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