Desde un punto de la eficiencia económica, lo que a la población guatemalteca conviene es que cada decisión de ahorro, de inversión o de consumo se base en la realidad como es y no distorsionada por las acciones de los poderes públicos. Es decir, subvenciones, aranceles u otros premios o castigos artificiales. Así, conviene pasar de un mundo distorsionado a uno real, procurando, en el proceso de transición, las menores pérdidas posibles.
Suben los aranceles ¿qué hacer?
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