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El tema es la reforma

Los acontecimientos de coyuntura ahogan lo esencial.

Pareciera que la reforma constitucional del sistema de justicia ha sido desplazada por tantos acontecimientos de coyuntura como han tenido lugar. Hoy mismo la Corte Suprema de Justicia ha resuelto tres solicitudes de antejuicio en contra de los más altos funcionarios de los otros dos poderes del Estado.  No hace ni una semana que el Ministerio Público allanaba ni más ni menos que el Palacio Municipal de la capital de la república. Iba en busca de evidencias de hechos de corrupción.  Hace unas semanas la Corte de Constitucionalidad pronunciaba la invalidez jurídica de la declaratoria de persona non grata que hizo el Presidente del Comisionado de la CICIG.

En fin, la cadena de acontecimientos de coyuntura es apabullante y, quizás inevitablemente, la ciudadanía vuelve su mirada y fija su atención en todos ellos.  Por su lado, los analistas son compelidos por la naturaleza de los hechos a considerar quién será el ganador o el perdedor en cada una de las confrontaciones que se van suscitando.

El tema clave es la reforma.

Y, sin embargo, el tema clave es la reforma.  La reforma del sistema de justicia.  Guatemala no puede considerarse ni llegar a ser un «Estado de derecho» con las reglas que, actualmente, rigen su Poder Judicial.  Algunos opinan que no es un problema de reglas sino de personas, pero olvidan que cada persona se comporta de manera diferente ante conjuntos de reglas también distintos.  Una misma persona muestra conductas diferentes que reflejan su percepción del conjunto de normas que componen un sistema.

Una reforma que logre alinear incentivos y conseguir excelencia. 

Eso no significa que no sea importante procurar llevar a los órganos jurisdiccionales a personas de trayectoria intachable y de principios sólidos.  Lo que ocurre es que ese objetivo se consigue mediante la promulgación de las reglas adecuadas.  De normas que, como suele decirse, logren alinear los intereses de la sociedad en materia de justicia y los de los profesionales que tienen a su cargo esta función tan fundamental.  Y esas normas tendrían que abolir los plazos judiciales de cinco años y tendrían que dotar de estabilidad en sus cargos a los magistrados y los jueces.  Y tienen que propiciar eso durante la totalidad de su «carrera judicial».  Esa carrera debe quedar bajo la administración de un órgano de altísimo nivel: el Consejo Nacional de Justicia. Sin ese nivel, es imposible que pueda asegurar la excelencia profesional y ética de los funcionarios judiciales.

No perdamos el tiempo.

Si no volvemos al debate sobre la reforma constitucional del sistema de justicia, perdemos el tiempo. Si no volvemos al análisis de los términos en que nuestra patria pueda llegar a convertirse en un Estado de derecho, perdemos el tiempo.

Eduardo Mayora Alvarado.

Publicado enJurídicosJusticia

2 comentarios

  1. Fabian Pira Fabian Pira

    Gracias Eduardo por compartirme este artículo de tu autoria, me parece muy apropiado, estoy totalmente de acuerdo con él, creo que al tema de la coyuntura hay que agregar la desafortunada idea de haberle dado un tinte de política diría yo anacrónica a la polémica que se ha desatado sobre la reforma constitucional y las reglas de la justicia y es haberlas pintado de socialista y anticomunista o de izquierda y derecha, produciendo una desafortunada división entre población que despierta pasiones que ya deberían de estar enterradas. Creo que el tema central es Guatemala y lo que interesa y es una Justicia libre de corrupción , pronta y cumplida como dicen,.
    Gracias nuevamente y comparto totalmente tu opinión,

    • Eduardo Mayora Eduardo Mayora

      Gracias a ti, Fabián. Es por lo que indicas que debemos volver al debate sobre la reforma propuesta y enfocarnos en sus detalles, proponiendo ideas a los responsables de gestionarlas, creo yo. Aprecio mucho tu comentario.

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