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A mi padre

             Nunca he creído que estas páginas sean para compartir sentimientos personales o que no tuvieran relieve de interés general.  No estoy a punto de apartarme de ese criterio, sino de ofrecer unas reflexiones sobre la idea del buen ciudadano que, me parece, tiene especial relevancia en el marco de una crisis de los valores cívicos en el país.

            Eduardo Mayora Dawe nació poco antes de que comenzara la era de Jorge Ubico.  Presenció como joven estudiante el proceso revolucionario de 1945, del cual llegó a conocer muchos detalles, sobre todo, a través de algunos de los protagonistas.  En general, aludía a esos acontecimientos con mucho respeto por los ideales de muchos de esos protagonistas.  Para 1953 era ya Abogado y Notario –ejerció su profesión hasta el día antes de ser internado, por más de sesenta años—y, después de especializarse en los EEUU, fue uno de los primeros juristas que, en Guatemala, comprendiera e implementara el concepto de un bufete institucionalizado.

            De ahí en adelante desplegó su incomparable sentido común y práctico y su inteligencia en el servicio social, habiendo sido directivo de la Sociedad Protectora del Niño y presidente del Club Rotario de la Ciudad de Guatemala, por ejemplo; en el mundo de los negocios, fue director de varias empresas, como de Seguros Alianza, para mencionar un caso; en el marco de la dirigencia del sector empresarial, contribuyó desde la presidencia de la Asociación Guatemalteca de Instituciones de Seguros; con un gran sentido del honor y de responsabilidad sirvió a su país, en una ocasión como miembro de la Junta Monetaria y en otra como Embajador de Guatemala ante la Organización de los Estados Americanos; contribuyó a la vida cívica de la nación desde varias instituciones, como es el caso de la Asociación de Amigos del País o del CEDECON; aportó sus conocimientos profesionales y experiencia como profesor de programas de post grado de la Universidad de San Carlos de Guatemala, su alma mater y, como miembro de una comunidad que también se manifiesta en las relaciones sociales y deportivas, prodigó su entusiasmo presidiendo el Club Guatemala y el Guatemala Country Club.

                        Como abogado, siempre promovió causas que creía legítimas, representó los intereses de sus clientes con lealtad y procuró que se llegara al equilibrio más próximo a la justicia, entendiendo que, de otro modo, no se alcanzarían, después, la paz y la armonía.

Así, en unas cuantas líneas se dibuja, creo yo, el perfil de un buen ciudadano pues, dentro del marco de sus circunstancias personales, supo abrirse en abanico poniendo sus capacidades y competencias a disposición de la sociedad en la que le tocó vivir. A la vez que se afanaba por producir y triunfar en sus afanes personales, mantuvo siempre la mirada puesta en los aspectos cívicos, políticos, sociales y culturales de su Guatemala, de la que siempre fue un hijo muy orgulloso.

            No refiero aquí las hazañas de un héroe ni el carisma de un gran líder social o político, sino tan solo bosquejo el perfil de un buen ciudadano.  Sus hijos, sus nietos, toda su familia y sus amigos sabemos, además, que fue un hombre que supo amar.  Adiós padre querido.

Publicado enArtículos de Prensa

3 comentarios

  1. Karen Cancinos Karen Cancinos

    Estimado Doctor Mayora:

    Acabo de leer su columna en el Siglo 21 con la semblanza del buen ciudadano que fue su papá. Encontré su texto hondo y sereno, como todo lo que usted escribe.

    Como hija de otro abogado y buen ciudadano que también partió en diciembre, pero hace tres años, puedo asegurarle que honra a su padre al hacer que sus mejores rasgos se perpetúen a través de usted. La Sagrada Escritura dice que cuando muere el padre de un hombre bueno es como si no hubiese muerto, pues ha dejado tras de sí a un hijo que se le parece. Pienso que ese es el caso de los Mayora: su padre sigue viviendo en el sentido cívico, la talla de jurista, el intelecto refinado y la caballerosidad de usted.

    Acepte por favor mis condolencias, extensivas a su hermano Luis y a toda su familia. Le envío también un saludo navideño y, como siempre, mis mejores deseos.

  2. Ana Karen Ana Karen

    Estimado Eduardo:
    Leo siempre tus artículos y este sobre tu padre es sin duda el mejor de todos. Lamento mucho lo sucedido y ante la imposibilidad de darte mi pésame personalmente me nace hacerlo por escrito.
    Te admiro como persona íntegra y con tanta sabiduría que creo tu padre siempre estará orgulloso de ti – ahora desde el cielo -.junto a tu madre.
    Que Dios y Su Madre Santísima te bendigan a ti y a toda tu familia,
    Ana Karen Block.

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